La Navidad revive prácticas que fortalecen y restauran las relaciones
Evert Silva Aliaga2024-12-23T11:58:47-05:00La Navidad, más allá de su carácter religioso, simboliza un momento universal de conexión humana, bondad y esperanza. Sus raíces se remontan a celebraciones antiguas como las Saturnales romanas, donde la comunidad se reunía para festejar el solsticio de invierno, intercambiar regalos y dejar de lado las jerarquías, creando un espacio temporal de igualdad y armonía. Con el tiempo, esta festividad evolucionó, adquiriendo un significado profundamente espiritual con la conmemoración del nacimiento de Jesús, que introdujo valores como el amor, la humildad y la reconciliación.
El espíritu navideño ha sido capaz de detener incluso los conflictos más acérrimos. Un ejemplo histórico conmovedor es la «Tregua de Navidad» durante la Primera Guerra Mundial, en 1914, cuando soldados alemanes y británicos salieron de las trincheras para intercambiar saludos, compartir alimentos, cantar villancicos y, en algunos casos, jugar fútbol. Este gesto espontáneo de paz y humanidad nos recuerda que, incluso en las circunstancias más adversas, los humanos buscan conexiones y relaciones significativas (Weintraub, 2001).
La Navidad es la noche de la esperanza colectiva, nos moviliza más allá de nuestra individualidad para llevarnos a buscarnos, a encontrarnos, a alegrarnos juntos y juntas. En medio de la oscuridad de la noche celebramos juntos la luz que simboliza la posibilidad de un futuro más justo y bondadoso. Es un momento para mirar hacia adentro y hacia afuera, reconocer la dignidad de toda vida. Es la noche en que nuestro ingenio se ponen al servicio del cuidado mutuo y del bienestar compartido.
En esencia, la Navidad es una noche del fortalecimiento y la restauración de los vínculos y valores que fundamentan nuestra existencia. Así como las prácticas restaurativas de ahora, desde mucho antes las comunidades de tradición romana y cristina se reúnen para reconocerse, acercarse, reflexionar y sanar, la «Nochebuena» nos invita a reconocer nuestra humanidad relacionada y compartida, valorar nuestros vínculos y practicar la hospitalidad con gestos genuinos de cuidado para con los más débiles, así como con los más cercanos. Desde días previos y más en la noche de navidad, ofrecemos presentes y una mesa compartida con nuestros mejores alimentos, estos gestos y tradiciones son expresiones y símbolos de paz, reparación y confianza, pequeños actos que esperan este día del año para reforzar nuestro deseo colectivo de un mundo mejor para todos, en especial para quienes sufren dolor y frustración.
La Navidad, entonces, no es solo un evento, sino una práctica restaurativa de la humanidad. Nos recuerda que somos capaces de actos extraordinarios de bondad y que, al final del día, lo más importante son nuestras relaciones, nuestra capacidad de cuidar y nuestra esperanza inquebrantable de que el futuro será mejor.
Weintraub, S. (2001). Silent Night: The Story of the World War I Christmas Truce.
Armstrong, K. (2009). The Case for God. Knopf
Eliade, M. (1987). Los sagrado y lo profano
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