Etapas de vida y buen trato en la crianza y la parentalidad
Evert Silva Aliaga2025-03-05T03:08:36-05:00Los vínculos en la crianza son dinámicos y evolucionan conforme las etapas de vida de los menores, adaptándose a sus necesidades, intereses y desafíos. El buen trato y el acompañamiento respetuoso son fundamentales para el desarrollo integral, favoreciendo la autonomía y el sentido de pertenencia en los niños, adolescentes y jóvenes. Estos procesos requieren reconocer y responder a las tareas y conflictos que surgen en cada edad, guiando siempre con valores comunes, sin descuidar el respetar a la progresiva autonomía de cada uno de los hijos e hijas.
En este contexto, los padres y cuidadores desempeñan un papel esencial como modelos y facilitadores de valores y principios de buen relacionamiento. Es necesario equilibrar la autoridad basado en valores con el acompañamiento participativo, evitando caer en las alternativas extremas de autoritarismo o permisividad. La tarea es guiar el camino a una madurez de sus respectivas etapas de vida con amor y firmeza, promoviendo el desarrollo de habilidades y valores que permitan a los hijos ejercer su autonomía y aprender cada vez más a asumir su responsabilidad.
El proceso de maduración es gradual, cada etapa presenta tareas y crisis de adecuación que requieren acompañamiento, especialmente cuando los conflictos son internos y surgen entre lo que el niño o adolescente ya sabe y lo que necesita aprender. Siguiendo el enfoque epigenético de Erick Erikson, cada etapa de vida está marcada por un conflicto que, cuando se resuelve de manera positiva, facilita la integración de la identidad y la autonomía, promoviendo un desarrollo equilibrado.
Es importante comprender que las relaciones generacionales e intergeneracionales son procesos continuos de aprendizaje y transmisión de valores, siempre influenciados por las situaciones personales y familiares. El rol de los padres es facilitar este proceso de crecimiento, asegurando que los valores fundamentales guíen a sus hijos hacia una vida cada vez más libre, plena y responsable.
Las creencias y actitudes hacia la juventud, como el juvenilismo o el adultocentrismo, deben ser superadas para no limitar el potencial de los hijos. Promover una visión equilibrada: apoyo y exigencias, donde se reconozcan sus capacidades y proponga desafíos, es esencial para fomentar una convivencia armoniosa y respetuosa, que permita a los jóvenes desarrollarse en un entorno de apoyo, comprensión y responsabilidades.
Al final, el objetivo de la crianza y el buen trato debe ser formarnos como individuos autónomos, conscientes de la búsqueda y expansión de nuestra identidad a la vez que asumimos la responsabilidad de contribuir positivamente a los demás y a la sociedad.
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